DE MIS DIAS TRISTES

En 1999 el Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional de Santiago de Chile publicó el libro "De mis días tristes" donde cuento algo sobre la vida y obra de mi abuelo, el poeta, pintor, dramaturgo, crítico de arte y cuentista chileno, Manuel Magallanes Moure (1878-1924) El nombre de cada capítulo corresponde al título de uno de sus poemas, los que pueden leerse completos en el Link Los poemas de mi abuelo. El prólogo es de la escritora Ana María Güiraldes.

2.8.06

8.- ELEGÍA DE OTOÑO

Y caerán las hojas, lentamente,
con un rumor pausado y melancólico.
Rumor como de lágrimas que caen
golpeando sordamente el negro dorso
de un horrible ataúd...

¡Así mis lágrimas
tañeron su compás lento y monótono
sobre la caja que encerró a mi madre
en una noche lúgubre de Otoño!

Junto a su familia y a sus más íntimos amigos, Manuel, despide el siglo en un fin de año que le resulta lleno de emociones encontradas.

Es el último Año Nuevo que pasará junto a su madre.

Mientras el otoño llega, cubriendo de amarillo y rojo la ciudad, muere Elena.

Manuel se sume en un llanto silencioso y profundo. Siente que con su madre desaparece el único ser que lo amó sin condiciones. Tiene la impresión de que es su infancia y su adolescencia, lo que muere. Ve que todo su pasado corre el riesgo de desaparecer. Ella era la única persona con la cual recordaba detalles de su niñez, allá en La Serena, cuando su mundo era luminoso y feliz.

Sin su presencia, la casa está vacía.

Recuerda cuando salían juntos a caminar por la playa y esperaban la puesta del sol. Le parece oírla susurrar mientras prepara el chocolate caliente. Escucha el crujir de sus pisadas en el corredor. Extraña sus caricias y sus besos.

Le sobran las manos sin poder tomar las de su madre. Le sobran los labios sin poder besarla en la frente como cada mañana. Le sobra el tiempo que dedicaba a conversar con ella.

Me siento como un niño
extraviado en la fiesta.
¿Dónde estás, madre mía ?
No eres esa, ni ésta
ni aquella... Madre mía
¿cómo hallarte si ignoro
cuál eres? Te he buscado
y al no encontrarte, lloro.

Se sabía el preferido de su madre. Por ser de carácter amable y contemplativo, ella se avenía más con él que con Valentín y Carlota, sus otros hijos, de temperamento más inquieto e impaciente

Cierra los ojos y vuelve a verla caminando por la orilla del mar y deteniéndose a contemplar el vuelo de las gaviotas y el romper de las olas.

Siente el roce de sus manos y el perfume a azahares que siempre la rodeaba. La ve haciéndole señas desde lejos, envuelta en el azul de su vestido. Intenta acercarse a ella.

Entonces, ve que está solo. Que ya nunca más podrá sentir sus caricias ni escuchar su voz. Y su llanto se pierde en los recovecos de su pena.

Y su dolor es aún más grande porque su adorada Amalia no está junto a él.

Madre, ahora comprendo.
No sufrió tu Jesús como sufre tu hijo.
Junto a su cruz, María,
la madre, la tiernísima.
Yo solo, madre mía.
Yo solo, con mi cruz!