DE MIS DIAS TRISTES

En 1999 el Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional de Santiago de Chile publicó el libro "De mis días tristes" donde cuento algo sobre la vida y obra de mi abuelo, el poeta, pintor, dramaturgo, crítico de arte y cuentista chileno, Manuel Magallanes Moure (1878-1924) El nombre de cada capítulo corresponde al título de uno de sus poemas, los que pueden leerse completos en el Link Los poemas de mi abuelo. El prólogo es de la escritora Ana María Güiraldes.

1.9.07

17.- APAISEMENT


Tus ojos y mis ojos se contemplan
en la quietud crepuscular.
Nos bebemos el alma, lentamente
y se nos duerme el desear...

Sara Hübner, la exuberante y misteriosa intelectual, de mirada profunda y envolvente, es la inspiradora de estos versos. Ella es la hermosa feminista que logra hechizar a Manuel con el verde sobrenatural de sus ojos y su estado de permanente agonía.

Manuel y Sara se aman en francés, idioma que ambos dominan. Pierden la cabeza como niños y olvidando las promesas de fidelidad matrimonial inician un apasionado romance.

Me sabes tuyo, te recuerdo mía.
Somos el hombre y la mujer.
Conscientes de ser nuestros, nos miramos
en el sereno atardecer.

Son del color del agua tus pupilas:
del color del agua del mar.
Desnuda, en ella, se sumerge mi alma,
con sed de amor y eternidad.

Mireya es sólo una niña cuando ve por las noches salir a su padre. Una mujer, con el rostro cubierto por un velo, lo espera en un coche tirado por caballos, frente a la puerta de su casa. Cuando él regrese, la niña ya se habrá dormido imaginando peligros y dolores, mientras escucha llorar a su madre en la habitación contigua.

Manuel supone el terrible daño que su proceder ocasiona en su esposa y en su hija, pero no puede hacer nada por evitarlo. Lo que siente por la enigmática Sara, es tan fuerte que piensa que sólo muerto podría dejar de amarla.

Lleva a la gloria este sendero
o lleva a la condenación?
Tú me dijiste : “Allá te espero”.
Y voy, e ignoro adonde voy.

¡Oh cuánto tiempo que camino!...
Atrás , atrás mi hogar quedó
y en él mi esposa hilando el lino
¡ Y me alejo, y no sé adonde voy!

En vano intenta arrancar, de su mente la imagen y de su piel las caricias, de este amor prohibido. Vanos son también sus intentos por recuperar la confianza de Amalia, que oculta su enorme aflicción bajo un manto de silencio, esperando el momento propicio para aclarar sus dudas.

En la primavera de 1915, Luisa Anabalón, una de las niñas más bellas de Santiago, que escribe bajo el seudónimo de Juana Inés de la Cruz y es una ferviente admiradora de Manuel, le envía un ejemplar de Lo que me Dijo el Silencio, su primer libro de versos con una hermosa dedicatoria, solicitando sus comentarios. El prólogo de Horas de Sol, segundo libro de esta poetisa que, un año después, se casara con Pablo de Rokha, es de Magallanes Moure.

Ese mismo año, Manuel, es elegido para presidir, los primeros Juegos Florales que se efectúan en Viña del Mar. A su cargo está el discurso inaugural, que prepara con esmero, evocando tiempos pasados cuando los trovadores, disputaban en verso diversos asuntos relacionados con el amor, ante la Reina que, junto a sus Damas de la Corte, entregaba el veredicto final y otorgaba los premios.

Aprovechando la ausencia de su marido, una tarde oscura y lluviosa, Amalia, fuerza los cajones de su escritorio.

Muerta de pena y vergüenza, lee las apasionadas cartas de Sara y algunos poemas manuscritos que él escribe para ella. En medio de su confusión le cuenta a Juan Francisco, su gran amigo y confidente, lo que acaba de comprobar.

Dime tú, amigo mío, lo que tengo que hacer, porque el dolor me impide razonar.
Ten calma, Amalia. Yo hablaré con Manuel.
¿Para qué? ¿Crees que vale la pena?
Siempre vale la pena atender a las razones del principal involucrado.
Haz lo que quieras, pero no te molestes en comentarlo conmigo. No me interesa saber sus razones. Estoy muerta.

Es tan grande el dolor que siente Amalia por la traición de Manuel, que decide no volver a participar activamente en ningún tipo de reuniones sociales que se efectúen fuera de su casa. De ahí en adelante sólo la seguirán frecuentando sus más íntimos amigos.

Amalia Vila Magallanes, la hija de Bernardino y Carlota, la niña de ojos negros que casi vuelve loco de amor a su primo, desaparece, por largo tiempo, de los círculos habituales, encerrándose en el interior de su casa. Con los años retomará, paulatinamente, sus actividades de ayuda a la comunidad.

Manuel se preocupa por la salud de su mujer. Quiere consolarla y no encuentra el modo. Sabe que él es la causa de sus sufrimientos y se desespera porque todavía la ama, pero ¿cómo explicarle que pase lo que pase nunca la abandonará a ella y a su hija, a quien adora?

¿Cómo lograr que entienda que el amor que siente por ella es diferente a la pasión que puede inspirarle alguna otra mujer?


Amalia mía
¿No ves que yo no tengo la culpa de ser como soy? ¿Crees tú que si yo pudiera no te ahorraría y me ahorraría yo mismo tanto sufrimiento inútil?...
...Lo que los otros digan no me importa; no quiero la aprobación del mundo, para nada. Bástame una sola alma que me juzgue: esa alma es la tuya. Pero ¿tú también me condenas? ¿ Tú, el único ser a quien he amado y amo de veras?
Tú, ángel soñado, esperanza de mi pecho, hermana de mi alma...

8 Comments:

At 2:19 PM, Anonymous Anonymous said...

Muy interesante me parece todo lo que aquí cuentas, Mireya Redondo, sobre Magallanes Moure, su vida y sus amores. Me gusta mucho tu prosa y espero cada capítulo con verdadero entusiasmo.
Gracias por darme este gusto.

 
At 7:46 AM, Anonymous Anonymous said...

Estoy muy enojada con Manuel por hacer sufrir tanto a Amalia. ¿Cómo puede decirle que es el único amor de su vida si se muere por la Sara? ¿Son así los artistas?
Apasionante su libro, Mireya Redondo

 
At 3:14 PM, Blogger Mireya said...

Gracias a ti, Raimundo, por seguir visitando este blog. Tus palabras son un gran estímulo.

 
At 3:16 PM, Blogger Mireya said...

Sara, me parece genial que te enojes con Manuel porque hace sufrir a Amalia. Eso significa que estás entusiasmada con los personajes de esta historia que son tan reales como tú o como yo.
Muchas gracias por tu comentario.

 
At 9:41 PM, Anonymous Anonymous said...

Estuve comiendo un delicioso pastel de jaiba en el restaurante Basso, de tu hijo Felipe, en la calle Manuel Montt.
Felicitaciones Mireya Redondo por tus logros y los de Felipe.
Gran idea mantener este blog en memoria de tu abuelo.

 
At 8:29 AM, Blogger Mireya said...

Juan Boliche,comparto tu comentario del pastel de jaiba del restaurante Basso. Hay también unas empanadas de frutos secos que son una agradable sorpresa.
Espero que hayas seguido escribendo.
Gracias por visitar mi blog y dejar un mensaje tan positivo.

 
At 9:59 AM, Blogger Catalina Ortuzar said...

Leer tu blog me lleva a cerrar los ojos y regresar a esa epoca y emocionarme y experimentarla...Muchas gracias por publicar esto Mireya (bello nombre a todo esto). Te he agregado a los links de mi blog :)

 
At 3:31 PM, Blogger Mireya said...

Gracias, Catalina, tu visita me ha dejado muy contenta. Preciosa la foto y la idea de tu blog.
Mi abuelo Manuel fue amigo de Carlos Pezoa Veliz, la María Monvel, Sara Hübner, Augusto D´Halmar y tantos otros contemporáneos. Por supuesto que sí.

 

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