12.- SUS OJOS
Sí: ya sé que no debo pensar en ella...
Que está de mí tan lejos como esa estrella
que desde el firmamento su luz derrama.
Sé que todo es un sueño... que no me ama.
Pero cuando me dicen: “no la recuerdes”
parece que me miran sus ojos verdes.
Amalia no puede creer cuando sus amigos le advierten lo que está a punto de suceder. Sabe que él va muy seguido a la casa de enfrente, pero no le ha dado mayor importancia y ha preferido mantenerse en su lugar. Se resiste a creer que su Manuel pueda hacer algo semejante y dejarla en ridículo ante todo el mundo. Ella vio el borrador del libro y estaba dedicado a ella. En la primera página leyó : “A Amalia”. ¿Y entonces?-
Pero La jornada pronto está en las librerías, y ella en boca de todos.
El se defiende. Le dice que Rosa es sólo es una musa espiritual. Que no es real. Que ella es el único y gran amor de su vida. Que el libro entero está dedicado sólo a ella. Amalia le echa en cara su egoísmo y su crueldad.
Desesperado, Manuel, le escribe
...Ante la vida, ante la muerte, juro que te quiero, que te amo, no como un marido a su esposa sino como un hombre ama a su mujer.
¡Créemelo, Amalia mía! ¡Cree en mi amor y seremos felices, como antes lo fuimos!
¡Tuyo siempre!
Pero ella es una señora. Ella nunca hará un escándalo. Pronto todo será como antes. Como siempre debió ser.
Los meses pasan y llega la noche de Año Nuevo. Manuel y Amalia, comen temprano porque han dado permiso a los criados para que salgan. La cena resulta muy alegre y ambos ríen de buena gana con las ocurrencias de sus hijas. Luego , Amalia, va a acostarlas y mientras se preocupa de ordenar la casa, Manuel las acompaña hasta que se duermen. Entonces los dos se instalan en el salón, conversan, como en los viejos tiempos, y una dulce calma los envuelve mientras esperan el cañonazo de la media noche. Manuel se sienta en la mecedora y enciende un cigarro. Amalia se dispone a tomar su bordado. Un rizo castaño cae sobre su frente y Manuel recuerda ese otro rizo que un día ella le regalara, hace tantos años, cuando se iba a Valparaíso. Una ternura enorme se apodera de él.
¿ Papillons ?
Me sentiría muy contento si la tocaras para mí.
Es que... las niñas podrían despertar.
Yo juntaré la puerta y tú apenas presionarás las teclas ¿quieres?
De acuerdo, Manuel, voy por mis anteojos.
No tardes, Amalia mía. No tardes...
9 Comments:
Siendo muy joven, leí los poemas del libro La jornada que estaba en mi casa y que aún conservo. Desconocía su historia y saberla le ha dado un valor emocional que lo hace aun más valioso.
La felicito por dar forma a este blog y permitirnos seguir capítulo a capítulo su precioso libro.
Muchas gracias, Raimundo. Me alegra saber que el esfuerzo de mantener este blog ha valido la pena.
Navegando por los blogs encontré esta sorpresa q me tiene super entusiasmado. No tenía idea quién era Magallanes Moure pero ahora sé quién es su nieta. No sé con cuál me quedo.
Me halagas, Enrique, y agradezco mucho tu comentario, que ha dejado mi ego por las nubes.
Una pregunta, señora Mireya ¿dónde aprendió a escribir así? He leído muchas biografías y ésta es lejos la que más me ha emocionado. No se complique con el blog porque si no le cabe todo, puede seguir en otro y en otro y en otro. Los voy a leer todos.
Un aplauso para Mireya Redondo. Una gran escritora y un alma fina.
no pretendo halagarla. sólo digo la verdad. y a juzgar por los otros comentarios que encuentro aquí no soy el único que se ha enamorado de su libro
Qué buena idea publicar aquí este libro que se encuentra agotado hasta en la Biblioteca Nacional
Cómo puedo leer los primeros capítulos? no me resulta
Muchas gracias, a todos, por sus comentarios, que son la fuerza que me anima a seguir adelante en este desafío.
Para leer los primeros capítulos hay que ir a Archives y marcar January 2006. Luego February 2006 y así, sucesivamente.
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