DE MIS DIAS TRISTES

En 1999 el Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional de Santiago de Chile publicó el libro "De mis días tristes" donde cuento algo sobre la vida y obra de mi abuelo, el poeta, pintor, dramaturgo, crítico de arte y cuentista chileno, Manuel Magallanes Moure (1878-1924) El nombre de cada capítulo corresponde al título de uno de sus poemas, los que pueden leerse completos en el Link Los poemas de mi abuelo. El prólogo es de la escritora Ana María Güiraldes.

23.2.06

3 . LA CONFESIÓN

Yo llegaré ante ella y le diré : Perdona
si mi boca el secreto de mi alma traiciona.
Como guarda la tierra la simiente , he guardado
la pasión indomable que en mi pecho has sembrado.
Oculto en lo más hondo de mi ser he tenido
este amor invencible que me tiene vencido.

Manuel, intenta, por todos los medios, ocupar su mente en diversas actividades para olvidar este amor imposible, pero todo esfuerzo es en vano. Lo que siente por Amalia, desvela sus noches y obsesiona sus días.

Me he quedado dormido. Antes había sol, ahora ya es la tarde. ¿Por qué estaré tan desasosegado? ¿Por qué tanta tristeza? Es algo, Amalia mía, como si no fuera a verte más. Desesperación.

Poco a poco se va oscureciendo. Ya es la oración. ¡Qué tristeza como suenan las campanas en la capilla! Mi cama va quedando en la oscuridad. Siento a mi mamá que sube la escala y me hago el dormido. Llega. Me pasa la mano por la frente, me cubre la espalda y se sienta. Yo quiero creer que eres tú. Quiero figurarme que esa mano cariñosa es tuya. ¡Quiero desearlo así! Porque mi pasión es tan grande, tan inmensa, que el día llegará en que sólo tú existas para mí.

Continúa viajando, periódicamente, a San Bernardo. Se siente feliz en esa ciudad de calles dormidas, lejos del bullicio de Santiago. Ahí está todo lo que necesita para ser feliz. Ahí está quien da sentido a su vida.

Por esos días muere Carlota, la madre de Amalia, y el hogar de los Vila Magallanes se convierte en un negro velatorio. Manuel sufre y se angustia al ver tan triste a su prima y hace lo posible por consolarla. Ella es muy cariñosa con él. ¿Cómo no serlo si además de ser simpático e ingenioso, está siempre dispuesto a acompañarla en sus paseos y complacerla hasta en los menores detalles?

A menudo, los dos primos, viajan a Santiago y se sumergen entre los volúmenes de la Biblioteca Nacional, que funciona en la calle Bandera. Les gusta comentar los libros que leen. Amalia le presta las obras de Anatole France que son sus favoritas y Manuel le recita algunos poemas de Byron.

Por las tardes, ella se instala al piano e interpreta música de los clásicos. A veces incorpora melodías populares y él la acompaña con su canto. Y cuando llega la primavera, esperan ansiosos el fin de semana para recorrer la quinta y juntos descubrir colores y aromas nuevos.

Pasan los meses y Amalia debe viajar a Valparaíso. El le pide que le regale un rizo de su pelo para tener un recuerdo suyo mientras esté lejos. Ella ríe con la ocurrencia pero le da en el gusto. La estadía en el puerto, por motivos familiares, se prolonga más de lo previsto. Manuel se desespera sin poder verla y escribe, para ella, uno de sus primeros poemas:

Cuando en las tardes ya la luz se apaga
y en triste soledad de ti me acuerdo,
acaricia mi mente tu recuerdo,
poética visión.

Aquel rizo castaño que me diste,
con lágrimas y besos empapado,
él te podrá decir cuánto ha llorado,
mi pobre corazón.

La ausencia de Amalia continúa y la vida de Manuel es un desastre. No puede concentrarse en sus estudios. Si intenta leer, no entiende nada y debe volver atrás sobre las mismas páginas. Si sale con sus amigos, los encuentra aburridos. Si intenta pintar, no logra dar sino unas cuantas pinceladas.

Para despejar su mente, todos los días antes de la cena, sale a caminar.

Esa tarde, el cielo está despejado. La luna se oculta tras los cerros y empiezan a surgir las estrellas. La noche se pone repentinamente más fresca, como si la luna se hubiera llevado consigo todo el calor y mientras regresa a casa, Manuel, siente el deseo imperioso de escribirle a Amalia.

Al releer la carta, se da cuenta que su pasión secreta lo ha sobrepasado. Su primer impulso es romperla pero después decide que lo mejor será confesarle, de una vez por todas, lo que tanto le atormenta:

En el día he leído y he pintado y sobre todo he pensado mucho, pero como siempre, después de tanto pensar he sacado en consecuencia que la vida para mí, sin tenerte a ti, es un continuo aburrimiento y que si no vienes luego... me voy a volver loco o demente.

Tengo un retrato tuyo en mi reloj y todo el día me lo paso mirándolo y besándolo. Tengo aquel rizo castaño que me diste, que es como si tuviera tu cabecita. Tengo un pañuelo que estuvo contigo muchos días. Tengo, en fin, mucho tuyo y sin embargo no me basta ¿Sabes por qué? Porque no tengo tus palabras; porque no tengo tus miradas; porque no tengo delante de mí a mi ídolo, a mi único Dios aquí en la tierra. Mi Dios, porque en tus manos está mi destino: el cielo o el infierno...

...Anoche fui a la Estación a esperar a mi hermano Valentín; me fui a pie por la Alameda para pensar en ti a mis anchas... ¿Cuando te vienes para poder hablar contigo, mirarte y abrazarte? Estoy verdaderamente hambriento por verte.

5 Comments:

At 1:27 PM, Anonymous Anonymous said...

Gratamente sorprendido por este libro sobre el poeta del amor. Bien escrito, entretenido y muy interesante.Parece ficción y saber que es real lo hace aún más atractivo.
Necesito más capítulos.

 
At 5:13 PM, Anonymous Anonymous said...

Me gusta como vas insertando la poesía con el relato, es entretenido

 
At 7:59 PM, Anonymous Anonymous said...

Me gustó mucho lo que he leído hasta ahora. Felicitaciones y sigue publicando

 
At 12:12 PM, Blogger Mireya said...

Muchas gracias por los comentarios tan positivos.

 
At 7:30 PM, Anonymous Anonymous said...

What a great site »

 

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